El Papa Francisco, conocido por su enfoque pastoral y su deseo de acercar la Iglesia a las periferias del mundo, ha realizado un notable número de viajes apostólicos. En casi 12 años de pontificado, ha visitado 66 países y ha llevado a cabo 47 viajes, destacándose por su intención de llevar un mensaje de esperanza y solidaridad a aquellos lugares que suelen quedar olvidados en el mapa de la atención global.
Desde sus inicios como Papa, Francisco ha demostrado una clara inclinación hacia las regiones más necesitadas. A diferencia de sus predecesores, que priorizaron visitas a naciones con una fuerte presencia católica, su enfoque se ha centrado en comunidades donde la iglesia tiene menor representación. Esto ha incluido viajes a países como la República Democrática del Congo, Sudán del Sur, y Mongolia, así como a naciones como Bangladesh y Myanmar. En este sentido, Francisco ha hecho un llamado constante a «ir a la periferia» para comprender mejor los desafíos del mundo contemporáneo.
Uno de sus primeros viajes significativos fue a la isla de Lampedusa en 2013, donde expresó su dolor por las tragedias de los inmigrantes en el Mediterráneo. Este viaje no solo fue simbólico, sino que marcó un punto de inflexión en su papado, enfocándose en la crisis migratoria como una de sus principales preocupaciones. Desde entonces, ha llevado su mensaje de compasión y justicia social a diversas audiencias, denunciando lo que él llama un «naufragio de la civilización» cuando se trata de la humanidad en crisis.
Aunque su agenda ha incluido visitas a América Latina, donde se esperaba que concentrara sus esfuerzos, en realidad ha limitado sus viajes a la región, realizando solo siete visitas en total. Esto ha llevado a algunos a cuestionar sus prioridades, especialmente en un continente donde el catolicismo sigue siendo una de las principales religiones. Sin embargo, el Papa ha insistido en que su misión es más amplia y que su objetivo es llegar a aquellos que más lo necesitan, independientemente de su ubicación.
La importancia del diálogo interreligioso ha sido otro pilar fundamental de su papado. Francisco ha realizado visitas significativas a lugares como Israel y Abu Dabi, donde se ha reunido con líderes de diferentes religiones, fomentando la paz y la comprensión mutua. Su viaje a Irak en 2021 se destacó no solo por ser el primero de un Papa en la región, sino también por su mensaje de apoyo a la comunidad cristiana que enfrenta persecuciones severas. Este viaje incluyó un encuentro histórico con el gran ayatolá Ali Sistani, un momento que simboliza su compromiso con el diálogo y la convivencia pacífica entre religiones.
El Papa también ha sido un defensor de la justicia social y ambiental. En su mensaje a los líderes del G-7, subrayó la necesidad de cuidar nuestro planeta y de que la inteligencia artificial no contribuya a deshumanizar a la sociedad. Ha abordado temas como la desigualdad económica, el cambio climático y la pobreza, instando a los gobiernos a actuar con responsabilidad y compasión.
A lo largo de su pontificado, Francisco ha roto con numerosas tradiciones, optando por un estilo más cercano y accesible. Ha rechazado el uso de vestimentas ceremoniales ostentosas, eligiendo en su lugar un enfoque más humilde que refleja su deseo de estar más cerca de la gente. Esto se ha manifestado en sus encuentros con fieles, donde ha priorizado la interacción personal y la cercanía sobre los protocolos formales.
Su herencia abarca no solo el número de países recorridos, sino también la influencia de sus palabras. Francisco ha empleado sus desplazamientos para tratar asuntos complejos, como la migración, la pobreza y la paz, siempre con un enfoque humano y empático. Su manera de actuar ha transformado la percepción de muchos respecto al rol del Papa en el mundo actual, subrayando la urgencia de una Iglesia que participe activamente en los desafíos sociales y que busque respuestas en lugar de mantenerse al margen.